lunes, 13 de diciembre de 2010

LO QUE DEBEMOS CONOCER SOBRE NUESTRA IDENTIDAD. Una serie sobre los prinicipios, creencias y prácticas bautistas.

La Declaración que presentamos es un documento de valor que nos permite conocer más profundamente aquellos principios y prácticas que siempre han caracterizado a los bautistas de todo el mundo en sus más de 400 años de existencia. Este documento es el que guía el accionar de nuestra Asociación.

DECLARACIÓN DE CREENCIAS Y PRÁCTICAS BAUTISTAS

Evangelización y Misiones
Conducta Cristiana
Mayordomía Cristiana
El Cristiano y la Iglesia
El Cristiano y la Sociedad
La libertad de religión
Las Últimas cosas

Evangelización y Misiones

Creemos que el Señor Jesús mandó a todos sus discípulos a hacer discípulos en todas las naciones. Entonces, a cada seguidor de Cristo y a cada iglesia del Señor Jesús le corresponde el deber y privilegio de extender el reino de Dios.

Las enseñanzas de Cristo repetidamente señalan que todo creyente está bajo obligación de predicar las buenas nuevas de salvación en Jesucristo. Al nacer de nuevo por el Santo Espíritu de Dios, se despierta también el amor hacia los demás.

También, la triste realidad de la humanidad sin esperanza y sin Dios hace urgente cumplir el mandato de Cristo. Por lo tanto, cada hijo de Dios debe tratar de ganar constantemente para Cristo a los perdidos.

El cumplir la gran comisión de invitar a todo ser humano a aceptar a Cristo Jesús como Señor y Salvador merece todo esfuerzo personal, exige la cooperación con otros creyentes, y urge la adopción de todo método que esté en armonía con el evangelio de Jesucristo.

Textos Bíblicos: Génesis 12:1-3. Éxodo 19:5,6. Isaías 6:1-8. Mateo 9:37,38; 10:5-15; 13:18-30, 37-43; 16:19; 22:9, 10; 24:14; 28:18-20. Marcos 13:10. Lucas 10:1-18; 24:46-53. Juan 14:11, 12; 15:7,8; 20:21. Hechos 1:8; 2; 8:26-40; 10:42-48; 13:2,3. Romanos 1:14, 16, 17; 10:13-15. Efesios 3:1-11. 1ª. Tesalonicenses 1:8. 2ª. Timoteo 4:5. Hebreos 2:1-3, 11:39-12. 1ª. Pedro 2:4-10. Apocalipsis 22:17.

Conducta cristiana

Creemos que todo seguidor de Jesús debe buscar primero el reino de Dios y sus propósitos de justicia. En su vida particular como en sus relaciones sociales, vive bajo el mandato de expresar su fe por medio de su conducta.

El creyente se compromete a un comportamiento de acuerdo con los más altos ideales cristianos. Será honesto en sus negocios y diligente en cumplir sus compromisos, dedicándose a hacer el bien en todo momento y lugar. Se opone, en el espíritu de Cristo, a toda forma de codicia, egoísmo y vicio.

Tiene la responsabilidad de expresar siempre el amor hacia sus hermanos, y andar como es digno del evangelio en el mundo, haciendo la paz, viviendo rectamente, procurando la justicia y haciendo bien.

Textos Bíblicos: Génesis 14:20; 18:19. Levítico 7:30-32. Deuteronomio 8:18. Salmo 37:16,17. Oseas 14:9. Amos 5:14,15. Miqueas 6:8. Habacuc 2:4. Mateo 5:9,33-37. Lucas 3:10-14. Juan 13:34.35. Romanos 1:14-15; 13:8. Filipenses 1:27; 4:8; 10:19. Hebreos 4:12,13. Santiago 2:14-18.

Mayordomía cristiana

Creemos que Dios es la fuente de toda bendición material y espiritual. Todo lo que tenemos lo debemos solamente a Él. Por tanto, el cristiano está comprometido a servir a Dios con su tiempo, sus talentos y posesiones materiales para honrar a Dios y ayudar a otros.

La iglesia debe sostenerse por las ofrendas voluntarias de sus miembros. Los cristianos deben contribuir con alegría y en forma regular mediante sus diezmos y ofrendas para la extensión del reino de Dios, para el sostén de los ministerios de la iglesia, y para las necesidades de los pobres.

Textos Bíblicos: Deuteronomio 16:19,20; 25:15. Malaquías 3:8-12. Mateo 6:1-4, 19-21, 33; 19:21; 23:23; 25:14-29. Lucas 12:16-21, 42; 16:1-13. Hechos 2:44-47. Romanos 6:6-22; 12:18. 1ª. Corintios 4:1,2; 6:19,20; 16:1-4. 2ª. Corintios 8-9; 12;15. 1ª. Pedro 1:18,19.

El cristiano y la iglesia

Creemos que en una iglesia los hermanos deben amarse mutuamente, soportarse en las pruebas y ayudarse tanto en lo espiritual como en lo material. Es la responsabilidad de cada creyente procurar vivir en amor fraternal con sus hermanos. Cuando surgen conflictos debe buscar la reconciliación y ofrecer perdón.

Cuando alguno se aparta del camino del Señor, es el deber de los demás amonestarle con el fin de llevarle una vez más al compañerismo íntimo.

De no alcanzar este propósito, y una vez agotados todos los pasos bíblicos, la iglesia debiera separar de su seno a tal persona. Toda disciplina tiene un fin redentor y la iglesia debe guardar el anhelo de que sus medidas restauren a tal hermano.

La iglesia está plenamente facultada para ejercer la disciplina y no debería acudir al poder civil para resolver asuntos espirituales.

El cristiano y la sociedad

Creemos que todo cristiano está llamado a hacer que la voluntad de Cristo sea soberana en su propia vida y en la sociedad humana. Su salvación repercute en el mundo en que se vive: influencia a sus familiares y amigos; procura la transformación del contexto que le rodea; y promueve el bienestar de las sociedades en general.

Viviendo en el mundo aunque sin ser del mundo, los redimidos luchan por la justicia en sus relaciones personales y en las estructuras de la sociedad.

Deben trabajar a fin de proveer para sus propias necesidades y las de sus familias, como también las de los huérfanos, los necesitados, los ancianos, los indefensos y los enfermos. Someten su participación en los negocios, la industria, el gobierno y la sociedad a los principios bíblicos de justicia, verdad y amor fraternal.

Para el logro de estos fines los cristianos debieran mostrar su disposición a colaborar con todos los hombres de buena voluntad en toda causa que contribuya a procurar el bien común, siendo siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin abandonar su lealtad a Cristo y a su verdad.

Textos Bíblicos: Éxodo 20:3-17. Levítico 6:2-5. Deuteronomio 10:12; 27:17. Salmo 101:5. Proverbios 11:5-11. Miqueas 6:8. Zacarías 8:16. Mateo 5:13-16; 43-48; 22:36-40; 25:35. Marcos 1:29-34; 2:3-5; 10:21. Lucas 4:18-21; 10:27-37; 20-25. Juan 15:12; 17:15. Romanos 12:14. 1ª. Corintios 5:9,10; 6:1-7; 7:20-24; 10:23-11:1. Gálatas 3:26-28. Efesios 6:5-9. Colosenses 3:12-17. 1ª. Tesalonicenses 3:12. Santiago 1:27; 2:8.

La libertad de religión


Creemos que solamente Dios como Señor es el único Soberano Absoluto sobre la conciencia humana la que por tal razón está libre de cualquier imposición de las doctrinas y de los mandamientos de los hombres.

Todo individuo como un ser creado a la imagen divina es competente para responder a Dios en forma directa, sin que ninguna autoridad humana usurpe la responsabilidad de la persona delante de Dios.

El gobierno civil es ordenado por Dios, y el cristiano le debe obediencia en todas las cosas que no sean contrarias a la voluntad revelada de Dios.

La iglesia y el Estado deben estar separados. La iglesia no debe recurrir al poder civil para realizar su obra. El estado debe respetar a toda iglesia y garantizarle libertad sin impedimentos para ejercer su culto y proseguir fines espirituales.

Al conceder esta libertad el estado no debe favorecer ningún grupo eclesiástico. El estado no tiene derecho de imponer castigos por opiniones religiosas de ninguna clase, ni contribuciones para el sostén de ninguna religión.

El ideal cristiano es una iglesia libre en un estado libre. Toda persona tiene derecho de libre acceso a Dios y de formular y propagar opiniones religiosas sin impedimento de parte del poder civil ni favorecer la enseñanza de un credo religioso determinado en la educación pública.

Textos Bíblicos: 1:27; 2:7. Mateo 6:6,7,24; 16:26; 22:21. Juan 8:36. Hechos 4:19,20. Romanos 6;1; 13:1-7. Gálatas 5:1. Filipenses 3:20. 1ª. Timoteo 2:1,2. Santiago 4:12. 1ª. Pedro 2:12-17; 3:11-17; 4:12-19.

Las últimas cosas

Creemos que Dios a su tiempo y a su manera, conducirá al mundo a su fin. De acuerdo con su promesa, Jesucristo volverá al mundo en forma personal, visible y gloriosa.

Los muertos serán resucitados y Cristo juzgará a los hombres con justicia. Los impíos serán destinados al infierno, el lugar de castigo eterno.

Los justos, con cuerpos resucitados y glorificados, recibirán su recompensa y morarán eternamente en el Cielo con su Señor.

Textos Bíblicos: Isaías 2:4; 11:9. Mateo 16:27; 18:8-9; 19:28; 24:27, 30,36,44; 25:31-46; 26:64. Marcos 8:38; 9:43-48; 13:32. Lucas 12:40, 48; 16:19-26; 17:22-37; 21:27-28. Juan 14:1-3. Hechos 1:11; 17:31. Romanos 14:10. 1ª. Corintios 4:5; 15:24-28; 35-58. 2ª. Corintios 5:10. Filipenses 3:20,21. Colosenses 1:5; 3:4. 1ª. Tesalonicenses 4:14-18; 5:1. 2ª. Tesalonicenses 1:7. 1ª. Timoteo 6:14. 2ª. Timoteo 4:1-8. Tito 2:13. Hebreos 9:27-28. Santiago 5:8. 2ª. Pedro 3:7 o 1ª. Juan 2:28; 3:2. Judas 14. Apocalipsis 1:18; 3:11; 20:1, 22:13.

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